martes, 8 de septiembre de 2009

Arenys de Munt: la insumisión contra el Estado de Derecho

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(artículo de Joan López, publicado en ABC).

QUE nadie se confunda: la convocatoria de la charanga de Arenys de Munt no es una ocurrencia aislada, es un aldabonazo más de la estrategia del nacionalismo del paso a paso y de crear constantes conflictos y agravios.

Nada nuevo. Algunos temas son superfluos -las matrículas o las banderas-; otros tienen más enjundia. Tras la financiación ahora estamos en la estrategia de presión sobre la sentencia del TC relativa al Estatut.

Durante años, coincidiendo con la Diada, la campaña nacionalista básica era la retirada de la bandera nacional de los ayuntamientos. Este objetivo ya se ha conseguido. Lo que al principio para los nacionalistas era valiente y transgresor -retirar la bandera- ahora ya se ha «normalizado». Por lo tanto hacía falta algo nuevo, un paso más. La idea del referéndum da respuesta a la necesidad de crear un nuevo invento que siga motivando y sirva a la estrategia habitual: creemos un problema y luego echemos la culpa al estado de derecho y a España en genérico. Fíjense, son varios los municipios que han anunciado que van a copiar la idea de Arenys de Munt. No hace falta ser clarividente para adivinar que el próximo año los referéndums proliferarán como setas.

Pero de la falsa convocatoria de Arenys lo más grave es sus consecuencias sociales. Sólo las dictaduras y las sociedades con libertades limitadas convocan referendos desde el poder jugando con las cartas marcadas. Venezuela es un claro ejemplo de ello. Zelaya en Honduras iba a convocar un refrendo parecido. En Arenys de Munt se monta una convocatoria con la voluntad de que el resultado no sólo sea «sí», sino que sea unánime.

¿De dónde sale el censo? ¿Qué pasa con los que se abstengan? En una convocatoria «privada», ¿qué garantías tienen los que no comparten las ideas de los convocantes? Arenys de Munt es un municipio pequeño, y por cierto bonito de visitar, como todo El Maresme. Entre los convocantes del refrendo bolivariano está la CUP, una especie de Batasuna a la catalana con tintes entre punk, ska y neo pijo con poco jabón. No es extraño en ambientes cerrados como son los pequeños pueblos -con grupos como estos en las instituciones- las amenazadas veladas estilo: «el domingo cuento verte votando» o «no te he visto en el mitin conjunto del otro día», o aún mejor «piensa que si salen muchos noes aquí nos conocemos todos». Si ahora se organiza un referéndum para que Arenys vote por la independencia, ¿por qué no mañana el Ayuntamiento organizará una lista de ciudadanos que no fueron a votar para excluirles, por ejemplo, del acceso a los servicios municipales?

En definitiva, el problema no es la contramanifestación de la Falange -que son tan fascinerosos como algunos de los convocantes y afortunadamente no tienen ningún arraigo ni apoyo electoral-; el problema es la deriva hacia la limitación de libertad, el miedo encubierto, la mirada de reojo o el temor a que descubran lo que pienso si no participo. Y es precisamente por todo esto por lo que las instituciones, las personalidades y los partidos no tendrían que haber promovido semejante convocatoria o luego haberla desautorizado.

Joan López, Profesor de la Universidad Abat Oliba

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